Sigues siendo un cualquiera,
rodando por laderas perdidas,
aquel que roba los sueños,
esos que antes vendías.
Como ese juguete sin niño,
como ese farol sin guiño,
sigues caminando por delante,
¿Por qué eres tan tunante?
de esos de poca monta,
de esos interesantes.
Ahora es tu corazón sin maniobra,
el que acelerado reclama,
aquella luz de sombra,
al que se acostumbra,
como pelusa en la penumbra.
Últimos placeres gastados,
despidos de abrazos,
vientos que no volverán,
tiempo de vomitar puñetazos.
Llevas tiempo sin parar, ya no sabes donde aterrizar.
Debes comenzar a frenar.
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